sábado, 20 de febrero de 2010

CRÓNICA: DEPOR - XEREZ= 2-1: VOLVER A VOLVER A VOLVER.

Desesperante. Así es la temporada del Xerez Deportivo. Llevamos todo el año preguntándonos por qué no se gana y señalábamos al palco y al banquillo. Pero el del palco ya no está y el del banquillo tampoco. Teniendo en cuenta que al nuevo inquilino del palco no le ha dado tiempo a prácticamente nada y al del banquillo tampoco, habría que darse la vuelta y mirar a los jugadores. Sí, a los jugadores; por mucho que el entrenador sea el que mande, los jugadores son los encargados del éxito o del fracaso. Salvo 2 o 3 jugadores, los demás no se esfuerzan. No trabajan. No corren. No sienten. No son conscientes de lo que está en juego para el club y para la ciudad. Ni ellos mismos creen en ellos y así es imposible. No les pedimos un fútbol como el del Barcelona. Se puede entender que son peores técnicamente que otros jugadores de Primera pero cuando alguien es mejor que tu solo te queda correr y trabajar el doble para reducir esas diferencias.
Hay una pregunta clara, ¿cuánto se tiene que esforzar un equipo para ganar al Xerez?. El Madrid necesitó 10 minutos, el Depor 7. En los primeros 7 minutos el Depor ya había solventado el partido. Un penalty tonto de Moreno a Colotto lo transformó Guardado y una contra, en la que Leandro erró como un alevín, Riki puso el 0-2. Ni diez minutos duró el Xerez en Riazor. El Depor se esforzó durante siete minutos y los 83 restantes se dedicó a estar en el campo. El Xerez nunca lo intentó. Tuvo la pelota pero no creaba ocasiones de peligro. Una jugada aislada en la que Víctor Sánchez centró a Bermejo y el cántabro, junto a Keita el único que trabaja, remató de manera perfecta al fondo de las mallas. 2-1 al descanso y el Xerez que no había hecho nada soñaba con poder conseguir, al menos, un empate.
Pero no se consiguió. El equipo está "tieso de papeles" en lo físico y, encima, los cambios de Gorosito no ayudan a mejorar lo que hay. El Xerez tuvo el balón pero nunca creó peligro. El Xerez atacaba con pocos efectivos y andando. Además, el Depor cuando robaba se plantaba fácilmente en el área de Renán. Es decir, el Xerez ni atacaba ni defendía; simplemente se limitaba a estar en el terreno de juego de Riazor sin ninguna prisa, mostrándose impasible ante todo a pesar de ser el peor equipo de la historia de Primera. Los jugadores parece que carecen de orgullo y les da igual todo.
Gorosito, como otras veces, tardó en hacer los cambios y, encima, los hizo mal. A los 22 minutos de la segunda mitad, metió a Viqueira por Momo. El gallego es una de las "vacas sagradas" del vestuario. Un ídolo del xerecismo que juega por la inercia de su fútbol de oro de otros tiempos. ¿Dónde se ha ido ese fútbol? El tiempo se lo lleva todo. Viqueira no corre, no aporta, no ataca, no defiende. Es uno menos. Es más un ex futbolista que un futbolista. Duele decirlo. Con lo que ha sido el Mago, pero la magia se acaba. Hay que verlo, aceptarlo y buscar a otros jugadores. Dejemos el pasado, vivamos el presente y trabajemos el futuro. Siempre serás grande Emilio pero ya no estás.
A la media hora, otro cambio. Alustiza entraba por Moreno. Un jugador que no triunfó ni en la segunda española ni en la primera argentina no triunfará tampoco en la Primera española. 1-1=0. Es lógica simple. Otro jugador que viene para irse dentro de seis meses. Alustiza no mejora a Maldonado. Es lo mismo.
El tercer y último cambio. Antoñito. La eterna promesa. Tiene algo de Romario pero del Romario de los últimos años. Muy técnico y listo. Un genio. Otro ídolo del xerecismo que, como Viqueira, juega por inercia de su fútbol de oro de otros tiempos. Pero Antoñito ya no es nadie. No mejora lo que hay. Apenas aporta nada al juego. Su duende se acaba poco a poco y vive de chispazos que surgen de mucho en mucho.
Así las cosas, el Xerez no hizo nada. En los últimos diez minutos el Xerez no buscó el empate. Atacaba con miedo, estaba más preocupado de que no le metieran el tercero que de hacer el segundo.
Demasiado cruel puede ser esta crónica pero es la realidad. No hay mayor ciego que el que no quiere ver. Dejemos de echarle las culpas a los dirigentes, a los del banquillo, al ayuntamiento o al primero que pase y empecemos a mirar al terreno de juego y seamos realistas. Los jugadores no se esfuerzan al máximo. Yo no puedo creer en una salvación en la que ni ellos creen. Los jugadores salen al campo y parece no ser conscientes de la situación en la que se encuentran. No hay garra, no hay lucha, no hay pelea... En fin, como ya dijimos en otra ocasión, esto de la Primera fue bonito mientras duró.

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