OPINIÓN: JUSTICIA EN LA INJUSTICIA.

Faltan pocos días para que el Xerez sea por primera vez en su historia equipo de la Primera División. Han hecho falta 62 años de historia, 25 presidentes, cientos de entrenadores y futbolistas y miles de aficionados para conseguir este sueño que a todos, tanto a los xerecitas de siempre como a los de casi siempre como a los que ahora se unen a esta causa llamada Ascenso, nos quita el sueño.

Este no es un ascenso de casualidad. El Xerez se lo merece. Se merece por fin disputar una temporada en la máxima categoría del fútbol español. Se lo merece por su afición. Una afición quizás no muy numerosa pero fiel, muy fiel. También se lo merece por tantas injusticias de todo tipo que este equipo ha sufrido y que no me voy a poner a contar porque sería repetirse en algo que por todos es sabido.

Dicen que el fútbol es injusto. Es cierto. El fútbol ha condenado a equipos al infierno y ha subido a los cielos a otros y todo ello injustamente si por fútbol se entiende deporte. Pero también hay otro dicho, menos conocido, que dice que el fútbol suele dar segundas oportunidades. Y ese tal fútbol le ha concedido la segunda oportunidad al Xerez. Hace siete años, el Xerez tenía la oportunidad de ascender a Primera tras una temporada exitosa pero la inexperiencia le jugó una mala pasada y no la aprovechó.

Y ahora, siete años después, el injusto fútbol se convierte en justo y le ha concedido la segunda oportunidad al equipo azulino. Dicha segunda oportunidad, ha sido aprovechada. El Xerez ha madurado, sobre todo su afición. El Xerez sabía que tras la milagrosa salvación del año pasado, este año sería la segunda oportunidad y no la iba a desaprovechar. Un ascenso a la segunda mejor liga del mundo supone muchas cosas buenas para un equipo y para todo lo que le rodea por eso este tren no podía escaparse. El Xerez, consciente de los errores de los últimos años, hace tiempo reservó su plaza en este tren de ilusión con final en Primera. Además, no solo reservó su billete sino que hace tiempo que está montado en el tren esperando a que el injusto fútbol haga de maquinista y ponga este tren a andar para llegar cuanto antes posible, por fin, a la Primera División.